Desde pequeña me aficioné a la lectura. Recuerdo que, antes de que fuera posible comprar cualquier cosa con un solo clic, perseguía al propietario de la librería del pueblo para conseguir el último libro de mi colección preferida.
Además, muchas noches me quedaba leyendo casi a oscuras en la habitación, hasta que mis padres se daban cuenta y me mandaban a dormir.